En Argentina, la mayoría de las regiones vitivinícolas se dan en oasis así que en el día mundial del agua (chequeá la inspiración acá), hablemos un poco del H2O y el vino.
Antes de arrancar, un lindo recordatorio obligatorio...
Cuando tomes alcohol, cuidá siempre la hidratación y mantené la relación 1 copa de 🍷 -> 1 copa de 🚰
Ahora sí, a lo nuestro... porque el agua y el vino tienen taaaaanto en común que podría escribir 30 entradas pero voy a intentar limitar los temas o, al menos, presentarlos.
Mucho se habla de la amplitud térmica (diferencia de temperatura entre el día y la noche), del efecto de la altura, de la cantidad de sol que recibe la viña pero se hace tanto hincapié en el agua. La mayoría de las regiones vitivinícolas del país se desarrollan en oasis, rodeadas de terrenos áridos, desérticos y donde el agua es el bien fundamental. A diferencia de lo que ocurre en la mayoría de las otras regiones vitivinícolas mundiales que se emplazan cercanas a océanos o ríos de caudal constante.
Mendoza, por ejemplo, tiene cinco zonas distintas cuyos límites son ríos (como el Río Mendoza, el Tunuyán, el Atuel y Diamante). El río Calchaquí es el principal creador de los oasis salteños (aunque sin el Humanao o Luracatao no existiría Colomé). Y el vino patagónico es creado gracias a los vinos: Limay, Negro y Neuquén.
El agua es necesaria para regar a la vid que, si bien es una planta super noble y que se adapta más que hermano del medio, marcará la calidad y cantidad de las uvas al final de la cosecha. Y por esto también Argentina es única ya que en general se cree que la planta necesita 800 milímetros de agua para cumplir su ciclo anual y en nuestras regiones el promedio es entre 150 y 220 al año.
Y acá es dónde viene la importancia fundamental del riego y sus dos formas posibles: por goteo o por inundación. Esto se tiene que pensar y plantear previo a la creación del viñedo porque una vez que la planta nació bajo un sistema, cambiarla es muy complicado. Tanto las raíces como la planta en general se preparan y adaptan para recibir el agua según "se le enseñó" de chiquita.
Riego tradicional: es el sistema por inundación aprovechando el agua de deshielo, creando surcos en la tierra o distintos niveles en altura y, a la vista, parece que está inundado. Para que este sistema funcione, se tienen que dar dos condiciones a la vez. Por un lado se necesita que durante el año se disponga varias veces de mucho caudal de agua toda junta para poder, justamente, inundar de una vez el viñedo. Por el otro, se necesita un tipo de suelo capaz de absorber el agua y retener la humedad sin pudrir a la planta.
Riego por goteo: éste es el método más extendido en Argentina, sobre todo en las vides más nuevas porque permite controlar varios factores y ahorra agua aunque su instalación es cara. Además ayudo a expandir las zonas vitivinícolas en la que las acequias no existían.
Para este sistema se colocan mangueras que corren junto a la hilera del viñedo y en cada planta tienen un agujero que les lleva agua. Puede estar instalado a ras del suelo o mitad de planta.
También existe el riego por aspersión pero en Argentina no se usa.
DATAZO (al pepe, pero sirve para snobear) El vino se compone, principalmente, de agua. El 85% del vino es agua y el resto son vitaminas, azúcares, polifenoles, fenoles, proteínas, etc.
No solo Jesús convierte el vino en agua, acá te dejo un videito para que vos también lo hagas... ¡O al menos eso parezca!
Comentarios