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Medialunas, croissant, kipferl o ¡siempre quiero otra!

La definición fría, de diccionario dice que medialuna es un bollo de pasta hojaldrada que tiene forma de media luna. Pero todos sabemos que es mucho MUCHO más que eso.


¿Es una masa horneada o frita?, sí, claro. ¿Puede tener una textura crocante que atenta contra toda dieta? Obvio. ¿Es uno de los alimentos más versátiles y se puede usar de desayuno, almuerzo, merienda, cena o snack? Sí sí señores! Pero también se pueden usar para abrazar el alma, remojarla en un poco de café y decir, “tranqui, todo va a estar bien”.



Vamos del principio porque podemos referirnos a la medialuna como factura y medialuna como croissant y acá vamos a hablar de ambas.


Las facturas vienen del verbo de raíz latina “facere” o hacer y en Argentina obviamente tiene que ver con la inmigración europea pero también, y más que nada, con la lucha sindical. Vos te preguntarás qué tiene que ver un sindicato con este producto de los dioses, bueno, te cuento...

Resulta que a fines del SXIX se empezó a gestar el sindicalismo en Argentina y las ideas anarquistas eran las que mandaban entre la clase obrera. Prometo intentar no meter mi sesgo ideológico acá y contar todo objetivamente. Era creencia que la convivencia se debía dar por acuerdos sociales y no por normas impuestas por las autoridades y el líder de este pensamiento era no otro que Errico Malatesta, italiano que vivió en Argentina cuatro años. A la mitad de su estadía, creó con Enrico Ferrer la Sociedad Cosmopolita de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos.


Esta organización realizó la primera huelga -que duró 10 días- en mayo de 1903. Y más de un siglo después continuamos la proclama sindical que implicó bautizar a las panificaciones con nombres burlones hacia el poder. Arremetiendo contra la Iglesia surgieron las bolas de fraile, los suspiros de monja y los sacramentos. Enojados con el Ejército nombraron a los cañoncitos y a las bombas y también contra el orden, le pusieron vigilantes a las masas con dulce por arriba.

Pero no se quedaron ahí, porque si podían hablar en contra, también podían hablar a favor y los famosos libritos se llaman así porque la forma que toma simula una letra A al lado de la otra, símbolo del anarquismo.


Pero vamos, que no todo es Argentina ni todo es política -aunque sí hay política en todo esto.


Las facturas en sí se crearon en 1683 en Viena, Austria. Y vamos con un poco de contexto que es necesario y tiene sentido, te prometo...


En 1683 los otomanos (turcos) volvieron a plantarse ante el trono de una dinastía real: La casa de Habsburgo o La casa de Viena que reinaron el Sacro Imperio Romano Germánico de forma continua entre 1438 y 1740. Y cuento todo esto porque entre los turcos y los austríacos había mucha historia complicada. Por ejemplo: la guerra de los treinta años y la guerra de Creta. En esa época los otomanos estaban en un momento de expansión territorial y ya habían conquistando Hungría, Polonia, Lituania y básicamente, todo lo que se proponían.


Los 125.000 hombres que conformaban el ejército otomano ya se habían apoderado de Belgrado y habían rodeado la capital de la Casa de Viena. Con un ejército sumamente menor (16.000 soldados y 8.700 ciudadanos) y una emperatriz embarazada, la Casa de Austria fuer aislada durante dos meses. Más allá de las obvias desventajas, los austríacos contaban con una ventaja que terminó dándoles la victoria… El palacio recientemente modernizado tenía 270 cañones -aunque pocas municiones- y los turcos solo habían llevado 130 y esa diferencia los ayudó a resistir.

Cuestión, muchos enfrentamientos y malas decisiones después, perdieron los otomanos porque intentaron entrar a la ciudad por unos túneles en los que había trabajadores que al escuchar ruidos dieron aviso. Así ganaron los austríacos y la emperatriz, todavía embarazada, le pidió a los panaderos de la ciudad que crearan un banquete para honrar al pueblo que resistió la invasión. Y eso hicieron, incluyendo una broma pesada... Los panaderos inventaron unos bollos con forma de media luna, como burlándose de los vencidos y la luna en cuarto creciente de su bandera.


Así como en Argentina los nombres que reciben las facturas son símbolos de la protesta sindical, la forma es símbolo de una derrota militar.

De Viena llegó a París en 1838 cuando un oficial austríaco abrió una panadería vienesa en esa ciudad. Sus kipferl (o media lunas) y sus panes fueron tan exitosos que comenzaron a imitarlo y se creó una categoría de producto nueva: la “viennoiserie


La panadería vienesa de August Zang en París, en 1909.


Croissant como tal se definió por primera vez en 1863 -es decir 200 años después de que fuera creada en Viena- y la primera receta se compartió en 1891 aunque la receta de hoy data de 1905. Recién después de ambas guerras mundiales, en 1950, fue cuando se la incorporó como parte de un desayuno típico.


Particularidades y sabores.


Las austríacas tienen almendra o amapola o nueces y miel.


En Paraguay suelen hacerse con grasa animal en lugar de manteca.


En Argentina tenemos las dulces (de manteca) y las saladas (de grasa)


En Venezuela y Ecuador son llamadas “cachitos”.


Y en Colombia y Perú se las puede encontrar rellenas de chocolate, jamón y queso o arequipe -dulce de leche para los argentinos.


Y las del Atalaya que originaron este post: por día de cambio de quincena se llegan a vender 2.000 docenas (24000 medialunas) y si bien usan la receta tradicional, creen que lo que las hace destacar son las materias primas:“de lo que se trata, es de tener materia prima de primera calidad, agua de la zona, que es muy buena y un buen uso del horno, lo que es fundamental”, Aníbal ‘Pepe’ Díaz, maestro de pala, Atalaya.


Receta MEDIALUNAS Ingredientes: Masa:

· 300 ml. de leche entera

· 1 sobrecito de levadura en polvo

· 500 gr de harina

· 40 gr de azúcar

· 1 cucharada de miel

· 1 cucharadita de esencia vainilla

· 1 cucharadita de ralladura de limón, aunque yo la prefiero sin

· 10 gramos de sal

· 1 huevo

Empaste:

· 225 gr de manteca a temperatura ambiente

· 40 gr de harina

Almíbar

· 1/2 taza de azúcar

· 1/2 taza de agua


Preparación:

1. Entibiar la leche, re poquito, para activar la levadura. Mezclar ambos ingredientes y dejar reposar hasta que haga burbujas.

2. Realizar el empaste mezclando la manteca con la harina, armar un cuadrado y llevar a la heladera mínimo 15 minutos.

3. Mezclar los ingredientes de la masa: harina, azúcar, miel, esencia de vainilla, limón (no necesario), sal y huevo. Ir incorporando la leche con levadura. Se va a formar una masa pegajosa y se la trabaja durante unos 20 minutos. Si tenés máquina, con gancho de amasado durante 10 minutos.

4. Enharinamos la mesada y armamos un cuadrado de 30x30 cm, en el centro le ponemos el empaste que estaba reposando en la heladera. Cerramos el cuadrado de masa por sobre el empaste y pasamos el palo de amasar.

5. El rectángulo que se forma se pliega tres veces (cerramos como si fuese un burrito) y se lleva a la heladera por una hora. Esta operación se repite tres veces, aunque se lleva a la heladera media hora cada vez.

6. Volvemos a colocar la masa en la mesada, extendemos hasta tener un rectángulo de 45x30 cm y un grosor de 5mm. La idea es que los bordes sean rectos así que si no están derechos, cortar y dividir todo en tres partes de 10 cm de ancho. Después cortás en diagonales y te deberían quedar 18 triángulos aunque siempre algo puede fallar.

7. Tomás cada triángulo, lo estiras con las manos y lo enrollás para formar la medialuna.

8. Precalentar el horno a 180 grados.

9. En una bandeja enmantecada colocar cada rollo y presionar las puntas sobre la bandeja, casi pegadas una con la otra.

10.Dejar leudar por 30/45 minutos pero sin que multiplique el tamaño.

11. Pincelar con un huevo batido y hornear por 30 minutos.

A esta altura decidís si querés bañarla en almíbar. A mí particularmente no me gusta pero sobre gustos, no hay anda escrito así que acá va:

12.Almíbar. En una olla pequeña poner el agua y el azúcar y cocinar a fuego bajo/medio sin dejar de revolver hasta que se disuelva el azúcar. ¡Y listo! Si se te pasa, lo peor que te puede pasar es que se convierta en caramelo y eso jamás es malo

13. Seguimos con las medialunas: cuando estén doraditas pinchas alguna con un escarbadientes para ver si están cocidas y si querés pincelás con el almíbar.

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